miércoles, 24 de febrero de 2010

el arte de la no conformidad



De regreso de un reciente viaje, pensé en traer unas flores. “Eso estaría bien”, pensé.

Imaginé el acto de comprar las flores, el envío del ramo, el impacto positivo en mi relación con la persona que las recibiría.

Cuando llegué finalmente a la estación para hacer el último trasbordo, estaba muy cansado. Me acordé de las flores, pero decidí que ya las compraría en otra ocasión.

El otro día recordé una cosa que prometí hacer para alguien hace algún tiempo. He pensado en hacerlo varias veces, mis intenciones eran buenas. Sin embargo, nada ocurrió.

Anoche conseguir reducir a 15 mis correos no contestados. Estaba muy ocupado para contestar a esas 15 últimas personas, pero lo que cuenta es la intención ¿no?

Envié dinero a Haiti. Luego pensé en enviar un poco más, pero no lo hice. Seguro que toda esa gente de Haiti agradece que pensara en ellas mientras me tomaba un pastel de calabaza y leía el periódico en el Starbucks.

Todos los días pienso en montones de cosas buenas sobre la gente, y de todos esos pensamientos quizás un 5% se convierten en acción, en algo que realmente hago por los demás.

Pensar en alguien no ayuda.

Sólo cuando nuestros pensamientos se convierten en acciones podemos llegar más allá de nosotros mismos y alcanzar las vidas de los demás.

Por eso la acción es tan importante.
Si no estás seguro de si debes hacer algo por alguien, la respuesta probablemente es que SÍ debes hacerlo. Tu acción puede que les ayude o puede que no, pero si no lo haces puedes estar seguro al 100% de que no les ayudarás.

Para cumplir tus compromisos tienes que ACTUAR.


Y no sólo pensar.
Pensar no ayuda.
Lo que no haces no importa.

CHRIS GUILLEBEAU
(El Arte de la No Conformidad)

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